Un discípulo de Inma Capo:  Juan Garrido Zamora

Mi historia personal

Conocí la PNL (Programación Neurolingüística) unos doce años atrás,  atravesando una etapa de cambio en mi vida en todos los sentidos, lugar de residencia, trabajo, entorno, estudios… En ese momento tuve un contacto muy breve pero suficiente para comprender qué era eso de la PNL, si se correspondía con lo que yo pensaba, o era tan solo una más de las muchas escuelas de crecimiento y desarrollo, con teorías psicológicas diversas pero que no llegan a ningún fin concreto, con mucha palabrería y poca acción; escuelas o cursos de todo tipo que había y sigue habiendo.

Ese primer contacto con la PNL, de la mano de Inma Capo, me abrió la visión del mundo en el que vivía. Un  mundo creado por mí, limitado por las creencias, entornos viciados, comportamientos aprendidos, que creía míos, y que limitan las capacidades innatas que todos llevamos dentro y que no se nos enseñan a explorar. Fue un contacto breve, tan solo un tercio del curso y ya me hizo despertar del letargo. Pero tuve que abandonar mi formación. Sobretodo por la presión del entorno: en el momento que comienzas a pensar de manera diferente, actuar de forma distinta, hablar de otras cosas que no sean la rutina diaria y a mostrar tus inquietudes, sientes el rechazo de la gente. También influyeron para que lo dejara una serie de problemas económicos, laborales y, en el fondo, mis propios miedos al cambio…

Anduve perdido durante un tiempo demasiado largo, sin objetivos claros, caminando sin un rumbo por la vida. Dejándome llevar en vez de caminar con paso firme. Sobreviviendo en vez de vivir. Aun así, comencé a leer libros de autoayuda que me daban una visión diferente de lo que estaba haciendo y lo que no quería hacer en mi vida. Eran un estimulo, pero no algo definitivo para determinarme a cambiar. Siempre quise acabar mi formación en PNL, retomar aquella pequeña luz que había apenas vislumbrado, pero cada año surgía algo que me lo impedía; unas veces el trabajo, otras mis miedos y la mayoría de las veces el dinero. Todos somos geniales creando excusas para no enfrentarnos a nosotros mismos.

Hace cuatro años ya estaba harto de aplazarlo siempre, y pensé en llamar a Inma para informarme acerca de sus cursos. Ella me dijo que iban a comenzar en breve y que si quería me podía acercar para estar en la presentación y ver el ambiente que hay en un curso. Le dije que tal vez lo haría  así. En mi último día de trabajo, seguía con mis dudas sobre si iría o no a la presentación. Las mismas dudas y miedos que me habían impedido siempre dar el paso. Casualmente, justo ese último día de trabajo, a cinco minutos de las vacaciones, sufrí un grave accidente laboral. Me pasó una maquina por encima de los pies a la altura del empeine cortándome los tendones. El resultado fueron dos meses en silla de ruedas, ocho meses de rehabilitación, un montón de problemas legales con la Mútua y una crisis de ansiedad. Estuve tomando ansiolíticos y antidepresivos. En ese momento toqué fondo.

Al llamar a Inma para decirle lo ocurrido y que no podría hacer el curso, su respuesta me desconcertó y me hizo reaccionar de inmediato. Ella me dijo; “mira qué es lo que estas haciendo con tu vida y qué puedes hacer para cambiarlo, ya que la vida te ha parado en seco”. Justo en ese momento le dije que me enviara su libro, me lo envió y lo leí mientras estaba convaleciente. Me ayudó mucho a superar ese bache. Comenzó a cambiar mi actitud ante la vida y mi accidente, hasta el punto que a partir de entonces mi vida empezó a tomar sentido. Tras la rehabilitación, acudí a un fisioterapeuta para solucionar problemas físicos debido al accidente y la inactividad. En la  primera visita al fisio estuve entre temeroso y asustado, ya que tenía una pequeña cojera que persistía. Sus masajes me corrigieron la cojera, pero había algo que no podía solucionar: mis miedos y actitudes.   El año siguiente seguía con problemas económicos, yo quería hacer el curso y no sabía cómo.  Me acordé de lo que me dijo Inma: «ten objetivos claros y lucha por ellos». Una semana antes de comenzar el curso me dieron una parte de la indemnización por el accidente. Por fin me di cuenta: tuvo que ocurrir una desgracia para que finalmente realizara el curso.  Fue la mejor inversión de mi vida.

Comencé el curso con la idea de lo que no quería en mi vida, pero sin una visión clara de lo que quería conseguir, y mucho menos de lo que podría llegar a experimentar o lograr. Era un curso intensivo, residencial, con un grupo de más de 20 personas. El primer día conseguí llamar la atención de los compañeros con mis lamentaciones y justificaciones sobre mi accidente, ya que pensaba que era lo más importante del mundo. A partir del segundo día ya no me volví a acordar de la lesión y comencé a centrar mis esfuerzos en lo realmente importante, mi bienestar propio y hacia dónde focalizamos la atención, con la consiguiente dispersión o no de la energía. Pero el verdadero cambio sucedió el tercer día cuando comenzamos a trabajar con el Metamodelo. Una serie de técnicas específicas para llegar a la estructura profunda del lenguaje, que es donde reside nuestra programación y realmente se condiciona nuestra manera de pensar y por lo tanto de actuar, sentir, emocionarnos y desenvolvernos en la vida. Al final de ese día yo comencé a encontrarme mal sin saber porqué, sólo sentía una tremenda presión en el pecho y quería salir corriendo de allí. Esa noche no pude cenar y me acosté con la idea de hacer las maletas y marcharme al día siguiente. Se lo comenté a Inma, y ella me respondió:  “aquí, quien quiera irse que se vaya, pero que me deje esa parte de él que lo ha traído aquí, que es con la que yo quiero trabajar.” Yo pensé en ese momento que era una persona fría, dura e insensible y que estaba tirando el dinero al hacer el curso. Nada más lejos de la realidad.

No sé qué pasó esa noche en mi cabeza pero, al levantarme por la mañana, mis ganas de seguir en el curso se habían incrementado. Sentía que estaba en el lugar adecuado en el momento oportuno. Cual fue mi sorpresa cuando, al llegar Inma por la mañana, lo primero que me preguntó fue cómo había pasado la noche. ¡Yo que pensaba que no se había enterado de la situación de la noche anterior! A partir de ese día ocurrió el verdadero cambio en mi interior. Aumentó mi nivel de energía considerablemente, mi atención estaba focalizada en una dirección y un objetivo concreto: mi vida y mi futuro. Con el transcurso de los días, y el consiguiente  trabajo, se fue incrementando la sensación de tener mi vida bajo control absoluto. Una sensación que nunca antes había tenido. Mi autoestima subió, encontré seguridad y confianza en mí mismo en vez de buscarla en los demás, aprendí a desarrollar y valorar mis capacidades y recursos, con las técnicas que aprendí y practiqué  cambié los estados internos negativos (rabia, rencor, miedos, angustias, ansiedades…) en positivos.  He descubierto cómo controlar las situaciones varias de la vida, sin que las emociones me condicionen.  He aprendido a estar en el momento presente sin que el pasado me atormente y el futuro me agobie, aprendiendo del pasado para vivir el presente y planificar mi futuro. Por primera vez en mi vida supe lo que es estar libre del pasado,  pude experimentar una liberación mental y quitarme la pesada e inútil carga con que la mayoría de las personas vive el día a día.

Llegué al curso como víctima y lamentándome de mis pies. Acabé el curso bailando “capoeira” y siendo una persona totalmente nueva.

Después del curso y de las vacaciones, volví a mi consulta con el fisio. Se quedó perplejo al ver que ya no me quejaba del accidente; no sólo había recuperado la movilidad completa en los pies, sino que mi actitud ya no era de rechazo y culpabilidad por lo sucedido, sino al contrario. Era capaz  de ver mi accidente como una oportunidad en mi vida. Gracias e ello había podido hacer el curso y cambiar mi vida. Por supuesto había dejado los ansiolíticos y antidepresivos. Tal fue su asombro que incluso me ofreció una de sus consultas para ayudar y orientar a sus pacientes.

No sé como serán el resto de cursos PNL. Lo que si que sé es que tal y como lo imparte una maestra como Inma Capo, se producen cambios reales y profundos a todos los niveles; aprendizaje, autoestima, seguridad, salud… los cursos de Inma Capo, son mucho más que PNL. Son  experiencia, sabiduría, cambio y por supuesto el mejor camino para encontrarle  sentido a tu vida.

Al año siguiente, en el Master intensivo, se multiplicaron los milagros. Mi nivel de conciencia se incrementó como yo no podía imaginar. El resultado es que he aprendido a hacer de mí mismo un ser humano del que me siento muy orgulloso. Y cada día más.

JUAN GARRIDO ZAMORA – (Valencia)
MASTER PNL